El año pasado todo parecía indicar que el Real Madrid se encaminaba al fracaso. Se fue el que muchos consideraban el único entrenador capaz de llevar a la gloria al equipo blanco, la afición vivía la guerra civil más importante que yo haya visto en mis 21 años de vida y jugadores importantes como Higuaín y Ozil se marchaban buscando nuevos retos.
Pocos podíamos imaginar en septiembre de 2013 que el tranquilo Carlo Ancelotti nos daría a final de temporada la ansiada Décima. Pero lo hizo. Y no sólo eso, sino que apagó muchos de los fuegos que ardían con fuerza en el templo blanco. Adormeció el debate de la portería alternando a Iker y Diego, consiguió despertar a Karim (con la inestimable ayuda de Zidane) y, lo que para mí fue más importante, le buscó un puesto en el once a Ángel di María.
Al principio no nos convencía a ninguno pero poco a poco el argentino fue haciéndose con el puesto de interior izquierdo hasta llegar a ser el mejor jugador de la final de Lisboa.
Este año, con un equipo bien armado, no parecía necesario ningún cambio importante pero de nuevo las salidas inesperadas han dado al traste con lo que parecía la táctica ideal. Y es que seamos sinceros, Xabi Alonso nos ha dado una puñalada trapera, no por salir sino por hacerlo tan tarde.
Y lo que parecía un nuevo problema ha quedado solucionado con una nueva recolocación de algunos jugadores, principalmente Isco y James. La inoportuna lesión de Bale ha hecho que el malagueño y el colombiano tengan que adaptarse a jugar juntos en puestos que no son los que más le favorecen. No digo que sea culpa de Bale ni mucho menos pero creo que con Kroos, Modric, Isco y James en el centro del campo y Cristiano y Benzema en la delantera, el Madrid ha encontrado ese famoso equilibrio del que tanto habla Carletto y que parecía perdido con las salidas de Xabi y Di María.
De regalo os dejo alguna de las travesuras que hicieron ayer en Anfield Isco y James:
Mi colección de ideas 